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Vinculo, capitalismo e involución: La atrofia de los sentidos y la evitación del contacto (página 2)



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El capitalismo nos invita, o por decirlo de otra forma,
nos tienta a alcanzar cierto estatus social, cierto poder
adquisitivo, etc., es decir, el tener la sensación de
control y de predicción sobre nuestras necesidades
más básicas, que son las que en un principio y como
ya he analizado, más importan. Pero, en desmedro de esto,
va dejando atrás el desarrollo de otras áreas del
ser humano y que están a la base de la
socialización primaria, es decir, se crea una
preocupación y dedicación creciente por obtener
control sobre las cosas que nos rodean, bajo la idea o la
sensación de un mundo amenazante, en constante movimiento
y que no está dispuesto a esperarnos, y se deja de lado el
desarrollo y el contacto con el sí mismo y con los otros,
siendo lo más perjudicado el desarrollo y la
validación de los sentimientos y de las
emociones.

Más aún, es frecuente escuchar o tener la
noción sobre cómo el capitalismo nos da como cierta
y como una oportunidad real y accesible para todos, la idea de
"libertad". Este concepto constituiría uno de los
pilares fundamentales de los mercados, de la competencia, del
desarrollo de la información, etc., es decir, sería
una idea esencial de nuestra realidad.

Desde el capitalismo como modelo, la perspectiva de
libertad estaría al alcance de todos y las premisas que la
sustentan, es decir, la oferta, la demanda y el acceso o la
capacidad competitiva se dan como propias y posibles para cada
persona. Sin embargo, estamos en presencia solo de una
pseudolibertad.

Esto es importante dejarlo claro, primero que todo, hay
que reconocer que esta idea de libertad, sí está
presente en el imaginario colectivo de la sociedad, además
de reconocer que son reglas inamovibles e incuestionables que
gobiernan nuestras vidas. No obstante, hay que señalar que
las reglas por las cuáles se rige el modelo capitalista
distan mucho de alcanzar el status de justas o accesibles para
cualquiera, ya que en la misma definición del capitalismo
se evidencia que es más favorecido el que posee el
capital, relegando a una posición menos favorable al que
no lo tiene, quién se convierte en dependiente de
éste.

Es imprescindible hacer notar que el modelo
económico y social al cual pertenecemos, se mueve mediante
parámetros controlados por los más poderosos y
lejos están de ser justos o inmanipulables, como se
intenta reflejar. Es así, como se evidencia una paradoja
central en el discurso capitalista, en el sentido que no existe
una paridad con la igualdad de posibilidades y oportunidades para
todos, quedando mejor preparados para competir los que tienen
más y, que por ende, es más probable que sigan
teniendo más, además de seguir perpetuando estas
diferencias. Sin embargo, y con un poco de optimismo, se puede
considerar que esta situación nos crea la idea ingenua de
control e igualdad, que si bien no es real, nos da la oportunidad
de sentirnos con un poco más de poder de predicción
de nuestro entorno y un poco menos indefensos.

En este mismo sentido, podemos considerar que las mismas
reglas que están a la base de la pérdida y el
beneficio, se van instaurando en todas las formas de decisiones
interpersonales que realizamos cada día, incluso a nivel
familiar y personal, lo que queda graficado en cómo
evaluamos cada cosa o acción dependiendo de estas mismas
reglas. Por ejemplo, pensamos, e incluso sentimos, que cada cosa
que hacemos debe provocar un beneficio, el que muchas veces es
cuantificado por nosotros mismos, inclusive en lo que se refiere
a los afectos y a las relaciones.

En muchos casos evaluamos si lo que se entrega a otra
persona (inversión) es más o menos de lo que pone
el otro, y si va a generar un beneficio o será una mala
inversión. Pareciera ser solo un juego de palabras, no
obstante, y si somos lo bastante críticos con nosotros
mismos, nos podemos dar cuenta cómo vamos evaluando de
esta manera y nos vamos alienando y viviendo nuestras relaciones
y decisiones más íntimas y personales con las
mismas reglas que rigen a los mercados. Sin embargo, no podemos
señalar que lo afectivo sea un área en la que se
pierda o gane o en la que se invierta; sino más bien, en
la que se entrega y confía, y la satisfacción
debería estar en esto; de lo contrario, nos encontramos
ante la frialdad afectiva y en el cálculo mismo de lo que
se debe recibir por lo que se entrega.

Profundizando un poco en el cómo como los valores
y los afectos, llegan a ser cuantificados y asimilados desde las
normas mercantiles, podemos señalar por ejemplo, que la
solidaridad es entendida actualmente con el acto de entregar
cierta cantidad de dinero, en ciertas ocasiones o situaciones que
provocan crisis social o personal, o bien, sentimos que el querer
más a alguien es poder entregarle más beneficios
económicos, regalos más caros, etc. El problema
radica en que estas formas de demostrar preocupación por
el otro son impulsadas y validadas cada vez más por la
sociedad, y no podemos negar que las aceptamos. Más
aún, en muchos casos, nos sentimos orgullosos cuando se
nos reconoce estas acciones de generosidad. Pero por el
contrario, estos actos y su funcionalidad, van provocando cada
vez más una evitación del contacto físico y
emocional con el otro y con el sí mismo.

Se puede decir entonces, que la finalidad perseguida al
promover estas formas de contacto y entrega, es interpretable
como un ahorro de energía o como una forma adaptativa de
enfrentar el amenazante mundo que nos rodea, ya que el
desarrollar estas áreas personales, o bien, el demostrar
que existen, constituye una pérdida de tiempo, una
manifestación de debilidad o una forma de evitar la
frustración ante un mundo poco acogedor.

Al enmarcar y delimitar las acciones tendientes a
demostrar afectos o valores a situaciones puntuales y basadas en
una entrega más bien material, permite evitar el estar
preocupados y alertas en el día a día, de ser
afectivos o solidarios con los más cercanos o con los que
nos rodean. Po lo tanto, no es necesario respetar a los otros en
cada momento y, acciones como el ceder nuestro turno, nuestro
asiento o el mirar si hay alguien al lado que necesite lo que nos
sobra, no nos provoca malestar ni incomodidad. En resumen,
podemos aventurarnos a decir que sería una
inversión emocional que nos ahorramos y que es compensada
por el dinero que aportamos, dinero que nos evita contactarnos y,
que en una analogía más profunda, podríamos
equiparar al afecto como una mera cuantificación
económica.

El gran problema de la totalización del modelo
capitalista, radica en generalizar los valores y los
cánones que rigen a la economía a otras actividades
y situaciones que bajo ninguna circunstancia pueden ser medidas o
asimiladas de la misma forma. Una especial preocupación se
debe tener cuando es aplicable en la familia, y fundamentalmente,
a las primeras relaciones vinculares, que como ya he analizado,
forjan y sientan las bases para el futuro desenvolvimiento en la
vida y se corre el gran riesgo de perpetuar una forma de
relación que solo busca la evitación del contacto
ignorando la función vital que esta tiene para la
supervivencia de la especie.

Como ya señalé de forma introductoria, la
idea no es hacer una crítica y destruir este modelo, sino
que seamos capaces de ver como estas formas económicas son
totalitarias y se van entrelazando con todas las áreas de
nuestra vida y, como me atrevería a señalar, nos
van dominando, esto es, van potenciando algunas habilidades del
hombre, pero también van suprimiendo otras, todo en
beneficio del mismo sistema, el que se favorece al tener
necesidades más crecientes y al esforzarnos más y
más por alcanzarlas y materializarlas.

A otro nivel, vemos como incluso, el modelo capitalista
va apoderándose también de estructuras sociales
encargadas de proteger y resguardar el bienestar social, creando
así mayor inseguridad y perpetuando el sentimiento de
desesperanza y de indefensión personal y
social.

Se aprecia en la actualidad, que los estados y las
organizaciones no gubernamentales, entre otras, que en principio
deberían resguardar el bienestar y la seguridad de las
personas que las constituyen o a quienes están dirigidas,
también se ven afectadas por esta generalización
del modelo capitalista. Estas instituciones van guiando y
delimitando sus funciones solo a algunas referidas a la
supervisión y el control, pero que al fin y al cabo,
también se van moviendo dentro de las mismas reglas del
juego, por lo que muchas veces buscan solamente obtener
resultados a nivel cuantitativo, obviando el procurar la calidad
en la obtención de sus metas, las que al ser dirigidas a
seres humanos, deberían ser más validas.

Entonces, tenemos un mundo que se va haciendo cada vez
más exigente, que nos invita a entregar por completo
nuestros esfuerzos hacia el desarrollo, nos va alienando a cambio
de beneficios impuestos, artificiales y superfluos que distan
mucho de ser necesarios en un sentido estricto. Vemos como se va
poco a poco, dejando de lado e ignorando la necesidad de sentirse
querido, aceptado y acompañado, que guarda relación
con el contacto social y la necesidad del otro, no como
satisfactor mediático, sino con parte del sí mismo,
como compañero de vida, como sistema conjunto para
alcanzar nuestras metas y sobrevivir en la tierra. Incluso,
encontramos que existe una agresión conciente e
inconsciente hacia la demostración del afecto, el que se
manifiesta a través de la evitación, la
invalidación y, aun más, de la anulación del
sentir de los otros y del propio.

Ahora bien, el enaltecimiento de la individualidad y la
capacidad de competición, en conjunto con la desigualdad
en las oportunidades y posibilidades que se tienen, van creando y
potenciando un círculo vicioso con un eje central
constituido por un sentimiento de inseguridad interna personal y
colectivo, en el que se van perpetuando estas
características al tratar de disminuir el sentimiento de
amenaza, y que como hemos visto, va en contra de las necesidades
fundamentales que se buscan en la vida, que es el control, la
seguridad y la predicción.

Es así, como se va desarrollando una nueva
estrategia dirigida a enfrentar esta inseguridad, que es
desarrollar la confianza en el sí mismo, más
allá de lo que podríamos considerar adecuado. Se
aprecia como el individualismo promulgado como un valor por la
sociedad capitalista, va poco a poco instalándose en
nuestras personalidades y trasformándose en un rasgo
característico y distintivo de la humanidad
contemporánea. Sin embargo, y desde un punto de vista
psicológico, no se puede considerar que sea algo negativo,
sino más bien, una forma de defenderse del medio, es
decir, son estrategias desarrolladas por la persona para poder
adaptarse a las circunstancia y demandas del medio.

Un gran problema emerge cuando las formas de enfrentar
las situaciones que se nos presentan en el diario vivir, se va
transformando en patológica, esto es, se dejan de ser
funcionales o sanas. Desde este punto de vista patologizador,
podemos señalar que provoca malestar para la persona o
para los demás, deja de cumplir su función y, por
lo tanto, se hace disfuncional.

Estos rasgos o tipos de personalidades son los llamados
egocentrismo y narcisismo, los que en la actualidad están
muy presentes y son extremadamente complementarios entre
sí, sin embargo es prudente entenderlos como un malestar
social actual, que responde a la inseguridad con la que se
vive.

Etimológicamente, egocentrismo quiere decir que
el hombre (ego) es el centro, es decir, sirve para referirse a
personas que consideran que sus propias opiniones e intereses son
los más importantes. Del mismo modo, tenemos que el
término narcisismo sirve para describir a las personas que
centran todo su interés en sí mismos, por lo que
los otros no le interesan demasiado y solo busca a los
demás para confirmar sus supuestas características
extraordinarias que lo ponen sobre el resto.

Vemos como las características centrales de la
personalidad actual son la grandiosidad, la autorreferencia, la
sobrevaloración de nuestras capacidades y la
invalidación de los otros. Pero al preguntarnos
¿cuál es la funcionalidad de sentirse superior a
los demás o con súper capacidades?, la respuesta es
clara y obvia, solo se necesita ser superior o estar superdotado
para enfrentar un mundo peligroso o amenazante, ya que de lo
contrario, esto es, un mundo acogedor y equilibrado, estas
características no tendrían razón de
ser.

En síntesis, debemos asumir que la creencia
sobrevalorada en nuestras capacidades y en nuestra subjetividad
de cómo percibimos y evaluamos las cosas que nos rodean,
van mermando significativamente las relaciones interpersonales y
nos van centrando más y más en nosotros mismos, en
alcanzar nuestra propias metas, en mantenernos siempre alerta de
nuestros posibles competidores y peligros.

Así se van desarrollando ciertos rasgos
paranoides en nuestra personalidad (sentirse en constante
amenaza), los que están directamente promovidos por el
sistema capitalista que nos impulsa a la competitividad, mediante
máximas como el esfuerzo constante, el alcanzar
más, el competir, pero también soslayadamente, va
unida a la idea de que si ganas tú, pierde el otro. No
importa que se tenga más de lo que se necesita, ya que
después puede faltar, manteniendo la idea de inseguridad.
Esto no permite disfrutar de la satisfacción en cada
momento, postergándola para un mañana que nunca
llega, y trayendo consigo el daño intencionado o no, al
otro, quien solo se transforma en una amenaza para la seguridad
personal.

Aunque podríamos aventurarnos ingenuamente a
interpretar que el estar híper preocupado o centrado en
nosotros mismos nos garantiza sentirnos mejor, desarrollarnos
más o autorregularnos emocionalmente mejor, el hecho de
que seamos seres sociales, y por ende, necesitemos o dependamos
de los demás, hace también que las valoraciones
personales y los significados de las cosas, también deban
ser un consenso social y no solo una imposición de nuestra
percepción. Por lo que, al solo considerar nuestras
propias ideas de las cosas, caemos en constantes errores en la
percepción e interpretación de la realidad, lo que
provoca el rechazo de los demás y al fin, la
evitación del contacto.

Desarrollo y
felicidad

Aquí aparece una incoherencia del modelo actual
capitalista. Esta idea nace de inferir que a más
desarrollo mayor felicidad, sin embargo nos encontramos ante
estudios que demuestran lo contrario.

Existen países del tercer mundo, o bien, que no
son desarrollados, que obtienen una puntuación alta en
estudios sobre la percepción de bienestar
subjetivo[12]incluso sobre otras sociedades que
tienen más dinero y medios para garantizar su "calidad de
vida". Así por ejemplo, encontramos que Dinamarca, Puerto
Rico y Colombia ocupan los tres primeros lugares del ranking de
la felicidad, según un estudio en el que se constata que
la felicidad ha aumentado en la mayoría de los
países.

Este estudio fue realizado por el Instituto de
Investigación Social de la Universidad de Michigan y
midió el grado de bienestar subjetivo en el año
2007. Según esta investigación, la libertad es
el principal motivo de la felicidad
en el mundo, y el
crecimiento de la democracia y la tolerancia influyen
directamente sobre el crecimiento
económico[13]Es decir, al parecer el tener
o el poseer dinero o bienes materiales no asegura la
felicidad

La idea presentada en el párrafo anterior,
está muy relacionada con este ensayo, ya que el
pensamiento que se intenta desarrollar, es que existen otras
áreas del ser humano que son más importantes para
la obtención del bienestar y la felicidad, como lo son el
vínculo, el afecto y el contacto, los cuales aparecen
más desarrollados en culturas del tercer mundo que en los
países del primer mundo o en vías de
serlo.

En general, las personas en todos los idiomas tienen
palabras para indicar placer-displacer, y pueden describir la
percepción que tienen de la felicidad en sus vidas.
Además, las personas poseen teorías propias acerca
de qué factores influyen en la felicidad, como por
ejemplo, la supuesta relación con el dinero. Sin embargo,
al asumir una perspectiva psicosocial, se asumen rasgos y
características del contexto en el que las personas se
insertan, por lo que se toman en cuenta variables tales como la
ordenación del poder, la distribución de la
riqueza, estructura de normas o sistema de valores, y su posible
incidencia en el bienestar y en la
felicidad[14]

Tal y como plantean Cuadra y
Florenzano[15]el reconocimiento de que el
bienestar incluye elementos que van más allá de la
juventud o la riqueza económica, ha llevado a volcar los
esfuerzos por investigar los factores psicológicos y
contextuales que inciden en éste. Estos mismos
investigadores revisan las asociaciones entre felicidad,
bienestar económico, ingresos personales, las relaciones
afectivas cercanas y la fe religiosa. A raíz de esto
señalan, que en los países más desarrollados
se tiende a encontrar a personas más satisfechas, mientras
que en los países pobres, las personas se dan más
cuenta de su pobreza relativa, al comparar sus estilos de vida
con los de naciones más ricas. En cuanto al nivel de
ingresos, se ha encontrado que la relación es
tenue.

También relacionado con lo anterior, se han
encontrado respuestas fluctuantes con respecto a lo que causa la
felicidad. Los resultados obtenidos, van desde lo material o
condiciones externas, hasta lo espiritual, que podría ser
entendido como un estado psicológico. Donde si se
encontraron correlaciones positivas fue entre la felicidad y las
relaciones afectivas, relacionadas con la necesidad de
pertenencia y filiación. De esto podemos entender que la
"comparación social" es un factor importante para definir
nuestro bienestar subjetivo, lo que favorecería a los
países o personas que tengan más dinero o riquezas.
Sin embargo cuando hacemos un análisis dirigido a la
percepción de la felicidad, esto puede ser entendido como
más allá del bienestar o apuntando a la calidad de
ésta, vemos que los factores que influyen están a
la base del contacto y los sentimientos de pertenencia con los
otros.

Continuando con el tema, y centrándonos
principalmente en las causas que producirían la felicidad
y el bienestar, como son la calidad de las relaciones
interpersonales y la percepción de las influencias de
éstas sobre el sí mismo, encontramos su
contrapartida que es ver al otro como un adversario, un
competidor y no como un complemento necesario y fundamental para
alcanzarla.

Disminución de las Tasas de
Natalidad

En el extremo del continuo de la individualidad, y lo
que podríamos denominar "comunitarismo", que para este
caso se debe entender como la preocupación por lo
común, por la comunidad, donde se incluye el otro y el
sí mismo, vemos cómo en algunas sociedades
desarrolladas o en vías de serlo, se va progresivamente
perdiendo el interés por tener hijos, por reproducirse.
Podemos considerar que este fenómeno va en contra la
función primera y última de la especie desde una
postura radicalmente evolutiva.

El énfasis de este apartado se limitará a
cuestionar y mostrar el cómo, a pesar de las posibilidades
actuales y de las condiciones favorables que rodean al proceso
reproductivo, existe poco interés y/o en casos
aversión a querer este mismo. Así como
también, evidenciar la preocupación que las
sociedades implicadas en esta problemática están
teniendo.

Retomando un momento lo referente al pensamiento
evolutivo, Futuyma[16]señala, respecto a la
teoría de la selección natural y la supervivencia
del más apto, que esta selección es una diferencia
en el éxito reproductivo, el cual involucra tanto la
habilidad de sobrevivir hasta la edad reproductiva, como la
capacidad de reproducirse. Por lo tanto, podemos indicar que la
función principal de la especie está basada en
estas dos capacidades. No obstante, hoy en día, este
pensamiento es difícil de aceptar. No es que no se acepte,
sino que preferimos establecer otras funciones como más
vitales.

La aversión a los conceptos evolutivos se
enmarca, más bien, a nivel popular más que
científico o filosófico. Se consideran simplistas,
reduccionistas, etc., sin un fundamento teórico y objetivo
importante. Las críticas aparece como un rechazo a
considerarse como un "ser" que tiene una función
más allá del vivir el aquí y el ahora, que
trascendería a sus motivaciones personales o a sus metas
en vida. Por el contrario, es común la utilización
de máximas como el desarrollo personal, el aprovechar la
vida, el disfrute del momento, es decir, el goce
hedonista.

No pretendo crear una pugna ideológica entre lo
filo y ontogénico (del hombre o de la especie), ni entre
natural o lo que respecta al ambiente, ya que estos debates
están presentes desde la antigüedad y sin alcanzar
hoy respuesta. Más bien, quiero hacer un análisis
más detallado del por qué nos vemos aterrados a
aceptar y complementar estos dos puntos, así como
también, reflexionar sobre qué parte de nosotros se
ve afectada y por qué nos sentimos agredidos al ser
considerados solo como una parte de un gran sistema. Aceptar el
peso de los millones de años de evolución parecen
ser una meta que no soportamos comprender.

Ahora, planteo una nueva interrogante respecto a este
decremento en las tasas reproductivas, que sería una
contraposición entre la biología, la ciencia y el
pensamiento capitalista.

En la actualidad, se advierte un aumento del periodo
fértil de las parejas, en especial de las mujeres, ya que
nos encontramos ante un descenso de la edad en la cuál se
alcanza la pubertad, y por ende, el desarrollo de las capacidades
reproductivas. Junto con esto, existe un incremento en el
potencial de las mujeres para tener hijos a mayor
edad.

Podemos observar, como debido a factores
biológicos, ya sea por la alimentación y por
factores ambientales, han producido que se adelante la menarquia
en las mujeres, lo que es una cuestión importante a tener
presente en esta redacción, para recalcar la influencia de
los factores fisiológicos en el cómo estamos
preparados para cumplir la misión reproductiva.

Así mismo, vemos como la ciencia ha desarrollado
procedimientos y mecanismos que optimizan y garantizan, en un
gran porcentaje, el éxito en los partos. Esto, constituye
una señal que refuerza la idea de que no es un problema el
hecho en sí de tener hijos y dar a luz, sino que estamos
en presencia de una controversia entre nuestras expectativas
personales, respecto a lo que es y debe ser la vida y la
función mayor reproductiva.

A pesar de lo favorable que se presenta el panorama
reproductivo, tanto a nivel tecnológico y
fisiológico, no queda de manifiesto en el aumento de las
tasas de natalidad.

Es importante destacar, que según investigaciones
actuales, el concebir antes de los 18 o por sobre los 35
años, se observa un riesgo que va en aumento a medida que
se van distanciando de estas edades límites. Esto se debe,
a que a pesar de la ciencia y de estos aconteceres actuales que
adelantan la pubertad, el ser humano como especie, necesita de
millones de años para asimilar y adaptarse a estos
cambios.

No es difícil encontrarse en los
periódicos o en la web, información acerca de este
tema. Es así por ejemplo, como en nuestro país, en
una entrevista publicada el Lunes 19 de noviembre de 2007 en el
Diario El Sur de Concepción, el presidente de Adimark,
"señala que es urgente fomentar la natalidad. Esto
producto de que el país presenta una transición
demográfica muy avanzada, es decir, una reducida natalidad
y mortalidad infantil y una elevada esperanza de vida que ronda
en los 80 y mas años, lo que lleva a un acelerado
envejecimiento de la
población"
[17].

En otro sitio web, nos encontramos con la siguiente e
impactante declaración: "La mujer chilena tiene
actualmente mayores posibilidades de desarrollo educacional,
laboral, académico y profesional, que sumado al
fácil acceso para el control de su fertilidad, hace que la
tasa global de fecundidad en 2004 fuese de 1,9 hijos por mujer.
Lo preocupante es que esta cifra es inferior a la tasa de
recambio poblacional que es de 2,1 hijos por mujer, concepto que
significa que los hijos nacidos por cada mujer no
alcanzarían para renovar la población al momento
del fallecimiento de sus
progenitores.[18]"

A nivel internacional la cosa no es más
optimista, por ejemplo, en un artículo del 16 de julio de
2007 en declaraciones al diario "Público", el presidente
de la Asociación Portuguesa de Demografía,
Mário Leston Bandeira, afirmó que "la
fecundidad en Portugal es una de las más bajas del
mundo». Según el especialista, el país luso
ya se encuentra entre «los países más
envejecidos del mundo
[19]Un poco más a
nivel general, y especialmente adscrito a Europa, encontramos que
la edición online del Diario el Clarín.com de 29 de
enero de 2007 nos presenta el siguiente artículo: "Por
falta de nacimientos, impulsan un plan para rejuvenecer a
Europa": Lo promueve Alemania, que ahora preside la UE. Hay
alarma por la baja tasa de natalidad, que trae graves problemas
económicos… Estudian generosos subsidios para
nuevos padres y licencias más amplias… Desde
comienzos de año en la presidencia de turno de la UE, el
gobierno alemán quiere impulsar una "Alianza de Familias
Europeas" para promover en todo el continente medidas de ayuda a
los padres y fomentar así el crecimiento
demográfico. Actualmente, la tasa de natalidad promedio de
la UE es de 1,5 hijos por mujer y debería llegar al 2,1
para que la población se renovara… "Es una bomba de
tiempo", sentenció el comisario europeo de Asuntos
Económicos, el español Joaquín Almunia, en
referencia a la carga que el envejecimiento poblacional
representa para los presupuestos y los sistemas públicos
de jubilación. "Pero también la educación,
la planificación urbana, la vivienda y la infraestructura
tendrán que adaptarse" a la nueva realidad
demográfica, señaló por su parte el
comisario europeo de Asuntos Sociales, Vladimir
Spidla[20]

Cómo vemos, el problema no ha quedado postergado,
ni ha sido obviado por la agenda política de los
países que presentan esta disminución de su
natalidad. Incluso vemos como algunos gobiernos han tomado cartas
en el asunto y han implementado medidas concretas para revertir
esta problemática.

La preocupación creciente de los estados por
estar volviéndose viejos, debido a las significativas
caídas en las tasas de natalidad y un aumento
significativo en la esperanza de vida (aumento de la vejez), es
tratada de afrontar haciendo un llamado a la inmigración,
desde países menos desarrollados, para aumentar la
población. Otra solución propuesta, es ofrecer
incentivos económicos y sociales para motivar el
interés en la reproducción.

Al igual que otros gobiernos como España, Chile
incentivará la natalidad con un bono por cada hijo nacido
vivo, que se incrementará al fondo de pensiones y que
podrá ser cobrado al cumplir los 65
años[21]Estas y otras medidas van
demostrando que la discusión sobre el problema antes
planteado, es un tema país y social de gran relevancia.
Sin embargo, estimo que no se ha hecho una reflexión en
profundidad y se pasa por alto la interrelación entre lo
individual y lo global, y a veces pareciera ser que se entiende
como un problema de mercado, es decir, las medidas tomadas siguen
estando a la base del mismo modelo capitalista, esto es, se ve a
los hijos como un posible beneficio que motive la
obtención de estas recompensas, en vez de discutir
políticas globales y transversales que vayan destinadas a
que el nacimiento vuelva a ser una preocupación central en
la vida de cada persona y de su pareja.

Cabe señalar, que a pesar que el tema está
haciéndose presente y se han lanzado las primeras medidas
destinadas a revertir la situación, hasta el momento no
parecen tener resultados provechosos, ya que a mi juicio hace
falta discutir y reflexionar con mayor profundidad las causas
directas que provocan esta situación. Esta es una de las
motivaciones a la que hace referencia este ensayo.

A través de esta pequeña selección
de artículos vemos como la baja tasa de natalidad es un
problema actual e inquietante. Evidenciamos a simple vista, como
el tema de la natalidad influye en todas las demás
áreas de la vida social, en el trabajo, en la
economía y en la distribución y
planificación urbanística, entre otras
áreas, por lo que las consecuencias de una decisión
personal o de pareja pasa a influir en todo el orden social
establecido, así como también, en un nivel
más profundo que representa la supervivencia.

Integración

Los temas hasta aquí desarrollados, han
pretendido preparar el camino para este apartado. Se han expuesto
conceptos teóricos, se han tomado y profundizado las ideas
centrales en cada uno de ellos. En especial, en la sección
concerniente al apego y al capitalismo, ya he intentado
reflexionar sobre el tema que pretendo aquí
expresar.

Quiero comenzar por nombrar los puntos tratados
anteriormente y, subrayar las ideas centrales que para mí
cada una de ellos tiene.

En primer lugar, señalé la importancia
evolutiva de la reproducción. También
mencioné como la adaptación es un proceso funcional
que garantiza la supervivencia. Así mismo, ya se dejaba
entrever la interrelación entre los factores
genéticos y medio ambientales dentro de la supervivencia
de la especie.

En lo referido al apego y el vínculo,
intenté demostrar la importancia que éste tiene y,
el cómo fomenta y elicita la interdependencia.
También, señalé que las primeras relaciones
tempranas crean un patrón o molde para todas las futuras
interacciones y cómo los conceptos de autonomía e
intimidad están presente durante toda nuestra existencia.
Además, mencioné las clasificaciones de los tipos
de apego y como éste es más o menos estable durante
toda la vida.

Posteriormente, hablé sobre la teoría de
la mente. Lo más importante a tener presente aquí
es él como su desarrollo depende de la capacidad del
niño y de la recepción de su cuidador,
además de cómo esto influye en nuestra forma de
enfrentarnos al mundo.

Luego, quise hacer hincapié en el cómo en
la actualidad los niños presentan una capacidad cognitiva
más desarrollada debido a la mayor estimulación
recibida y como este desarrollo hace que la vida razonada triunfe
por sobre la afectiva.

Siguiendo con los apartados, desarrollé el tema
sobre el capitalismo, cómo este se transforma en
totalizante e influye en todas nuestras actividades.
Mencioné como las reglas y valores que lo rigen tienen
solo una validez aparente, como crea desconfianza en el medio,
sensación de descontrol, amenaza, inseguridad, etc., y
cómo esto afecta en el cómo vivimos el día a
día.

Dediqué también, unas líneas a
señalar como la felicidad o el bienestar no depende tan
solo del dinero o del capital.

Finalmente, traté de demostrar la
preocupación creciente que existe ante las bajas tasas de
natalidad y cómo esto es una señal de que existe
una problemática global que aqueja a la
sociedad.

Ahora, procederé a integrar cada uno de los
apartados y a ampliar las ideas que aquí
desarrollé, para lograr desvelar la finalidad de este
ensayo.

Si ya vimos la importancia adaptativa del
vínculo, y nos centramos en cómo una especie tiende
a tratar de adaptarse y sobrevivir en el mundo, entonces
podríamos decir, que estamos ante el advenimiento de la
extinción de la especie, mediante un modelo que ensalza la
individualidad, el narcisismo y egocentrismo, y que va
directamente inhibiendo la función básica de
reproducción de la especie.

Es así como, quizás el aumento de la
inteligencia sin un paralelo en un aumento del vínculo,
entendido como la necesidad del otro, va provocando poco a poco
que el disfrute de la vida sea más bien personal y no
colectivo. Aquí van apareciendo ideas, como por ejemplo,
que el otro es una molestia, que me aburre escuchar las ideas de
los demás, o una de las frases más citadas en la
actualidad que es "yo digo lo que pienso y no me callo nada",
aludiendo a que es esta una forma de sinceridad, entendida como
un valor personal que nos hace mucho más transparentes;
pero por el contrario, estamos ante una clara señal de
invalidación de lo que piensa y siente el otro, incluso
pasando por alto el ritmo de una interacción social, donde
lo más importante no es la forma, tono o tiempo de
respuesta, si no el ser capaz de que el otro pueda entender el
contenido de lo que digo, por lo que se hace necesario respetar
ciertos tiempos en que el otro esté preparado y dispuesto
a escuchar y entender lo que se está tratando de
comunicar.

Esta reacción invalidante hacia los demás,
pasa a ser solo una muestra agresiva de la subjetividad interna,
a modo de defensa del psiquismo, por sobre la intención
fundamental de la comunicación, es decir, lo que se
demuestra es solo una forma elaborada y quizás validada de
egoísmo e intolerancia.

Esta forma de entender el mundo, esto es, amenazante,
competidor, poco acogedor, incontrolable y poco predecible, va
provocando que todas nuestras actividades y esfuerzos se centren
ciegamente en enfrentar las problemáticas que devienen de
una interacción disfuncional.

Es evidente que la mayor parte de nuestro tiempo lo
destinamos al trabajo, a producir y a tratar de proveernos de
medios para enfrentar un posible futuro más amenazador
aún, dejando de lado el aprovechamiento del tiempo libre,
del ocio y la calidad de este.

Si bien es cierto, no se puede culpar a la persona en
sí por este problema, ya que el modelo actual va, poco a
poco, quitando la capacidad de reacción ante las posibles
amenazas y cada vez es menor el poder adquisitivo. Los medios
muestran un mundo mucho más peligroso, por lo que la
sensación de descontrol de las variables externas es
aún mayor.

Para solucionar esta percepción de inseguridad,
el ser humano ha tenido que usar dos estrategias, la primera, y
como ya se trató, es trabajar y acogerse al mundo tal cual
lo conocemos, sin dedicarse mucho a reflexionar sobre la
problemática, la que es tan global y poco flexible que al
final cada conversación o análisis termina en que
el mundo es así, que se le va a hacer, hay que sobrevivir
y otras frases que llevan consigo el pesimismo de nuestros
días. La otra opción, y la que fomenta aún
más esta preocupación, es que nos estamos volviendo
hacia lo único que quizás podemos controlar o que
por lo menos tenemos la sensación de poder hacerlo, que es
hacia el sí-mismo, el self.

Es por lo anterior, que el modelo capitalista pareciera
estar empecinado en promover esta forma de control interno,
invitando a cada persona a preocuparse por sí misma.
Incluso, en uno de sus fundamentos, como lo es la libertad de la
economía, de la competencia y de los mercados, trae
consigo el sentir de que quizás, la única forma de
libertad posible deviene del no depender de nadie más, por
lo que el estar solo nos hace más flexibles y con mayores
posibilidades de enfrentarnos al mundo.

Aquí vamos viendo como la idea de
independencia pasa a ser una preocupación de cada
persona, sin darse cuenta que es solo una fantasía que
busca el des-vincularse. Es así como esta
independencia ansiosamente buscada, va invalidando un concepto
que sí debería ser buscado que es la
autonomía.

La idea de independencia hace referencia a querer
sobrevivir solo, sin la ayuda de otros, en cambio la
autonomía indica la capacidad de utilizar los medios
propios para interactuar con los demás.

A este respecto, podemos citar a E. Morin,
quien desarrolla en concepto de autonomía utilizando el
segundo principio de la termodinámica de Von Foerster:
donde se especifica que es necesario que el sistema extraiga
energía del exterior, por lo que para ser autónomo
es necesario depender del mundo externo.
Morin, amplia la
idea y dice que no sólo es necesaria una dependencia
energética, sino también, una dependencia
informativa y organizativa con respecto al mundo exterior, es
decir, todo ser vivo, depende de su medio ambiente, ya sea
biológico, social o
cultural.[22]

Mediante esta reflexión, podemos volver a la idea
básica de que de lo humano deviene organización e
interdependencia, por lo que avanzar o instaurar un modelo
individualista es una mera fantasía, o bien, puede causar
finalmente un caos social.

No obstante, esto es ya casi una realidad, ya que hemos
ido lentamente, a través de toda nuestra historia como
humanidad, restándole importancia al trabajo
colectivo.

Si miramos en la prehistoria, el trabajo en conjunto era
una necesidad, había que protegerse de los predadores,
también ayudaba a la caza y al cuidado de los hijos, era
todo un sistema organizado con el fin de proveer las necesidades
básicas de alimentación y protección. Ahora
bien, quizás la desaparición de este tipo de
peligros, también ha ido provocando el tener nuevas formas
de organización para satisfacer las necesidades actuales,
y es aquí donde el capitalismo se hace más fuerte y
trata de hacer al hombre más débil, ya que con la
invitación a la individualidad y al trasladar estas
amenazas de peligro desde los animales salvajes o desde el medio
ambiente, la ha llevado hacia nuestros pares y hacia nosotros
mismo. La idea de libre competencia provoca que el sistema se
nutra más y más y siga creciendo en desmedro del
propio ser humano.

Este traslado de la inseguridad o de la amenaza a
nuestros pares y a nuestro propio interior, ha provocado que
evitemos el contacto con los otros, especialmente a nivel
emocional, que es quizás el que percibimos como menos
controlable, o bien, el que nos hace vernos o aparecer como
más débiles.

Poco a poco, le vamos restando importancia a los afectos
y a nuestras propias emociones. Por ejemplo, a un nivel
psicológico clínico, se ve como los pacientes en
una consulta, van tratando de agredir el trabajo
terapéutico, señalando que no hay cambios, que no
le pasa nada o para que se va solamente a hablar de tal o cual
cosa, si en realidad no importa o ya pasó, etc. Sin
embargo, lo que realmente se está agrediendo es el propio
contacto con estas situaciones y se está invalidando la
experiencia subjetiva, ya que es la que realmente le está
provocando un malestar interno y el cual es agobiante. No
obstante, muchos pacientes tratan o pretenden solucionar el
problema con un medicamento, al cual no se le debe restar sus
propiedades curativas, pero en primera instancia, debe ser
entendido por la función o la ganancia secundaria que para
el paciente tiene, que es evitar trabajar o pensar en lo que
realmente le preocupa.

Esto sin embargo, solo constituye una parte del
fenómeno, ya que en lo más profundo de su
entendimiento, podemos ver como la falta de contacto y la vuelta
al individualismo trae aparejada la despreocupación por
los vínculos más íntimos.

Vamos constantemente, centrándonos en nuestras
propias necesidades, y en cierta medida, quien se ajusta al
modelo puede obtener importantes beneficios, no sin antes
empeñar en esta tarea, su tiempo libre, su salud
física y emocional, lo que paradójicamente le
impide dedicarse a aprovechar los frutos que se van obteniendo.
Por el contrario, se prioriza el tiempo efectivamente trabajado,
con frases como "el tiempo es oro", que a su base, lleva la
lectura de que todo es cambiable o transable, sin embargo lejos
están frases como "el tiempo es afecto, lo que importa el
ser feliz, etc.".

Otra paradoja que arroja esta postura actual, es que nos
vamos preocupando mucho más de la funcionalidad de las
cosas y de la utilidad que nos prestan, ya que este es el modelo
imperante y son sus reglas, por lo que concebimos la idea de que
si las cosas sirven se usan y si no se desechan.

También, advertimos como llegamos a trabajar en
la creación de nuevas necesidades antes inexistentes y
que, en estricto rigor, no presentan una amenaza vital; pero que
sin embargo, hoy en día son el centro de nuestras
motivaciones mercantiles.

La preocupación fundamental en este sentido, es
que tratamos de llevar la funcionalidad a las relaciones humanas
y nos cuestionamos la utilidad de los amigos, de la familia y de
los hijos, lo que demuestra en gran medida, el egocentrismo y el
narcisismo promovidos por el modelo, ya que nos hace a cada uno
la unidad de medida para todas las cosas que nos
rodean.

Cuando nos cuestionamos la funcionalidad de la familia,
ya no vemos lo que significa para el otro, sino que beneficios
nos aporta, por lo que en muchos casos estamos ante un modelo de
familias "desechables", las que solo se ajustan a ciertas etapas
de la vida en que sí fueron útiles, ya sea como
compañía o desarrollo personal.

A raíz de lo anterior, se va perpetuando la falsa
idea de control interno, que al parecer nos hace felices.
Quizás, el sentir que tenemos control sobre las variables
que gobiernan el mundo y el poder moverse en él, nos da la
ilusión de control que al fin y al cabo, y como ya he
desarrollado, es lo que buscamos.

Así también, podemos señalar la
valoración actual y las definiciones que se utilizan para
el amor, el que vemos como cada vez se acerca más a la
definición del eros, es decir, de lo
erótico, de lo que tiene que ver con el placer, con la
satisfacción personal e individual, sin respetar conceptos
antiquísimos y/o orientales de amor, entendidos como
entrega y preocupación por el otro. Aquí vemos como
va bajando la calidad de las relaciones sexuales y el
interés fundamental está en obtener el propio goce
por sobre la relación de pareja.

Por lo tanto, y considerando lo fundamental de la
relación sexual en la vida y en las relaciones
interpersonales, tenemos que, el acto sexual en sí, es una
gran fuente de inseguridad, ya que se puede definir como una de
las actividades del ser humano en la que se muestra más
descontrolado y desprotegido, por lo que incluso aquí, se
ha trasladado la necesidad de control, y por ende, el
individualismo.

Un aspecto más trascendental de este
análisis, es cómo esta centralización de la
vida en el sí mismo, va en contra de tareas
filogenéticas de la especie.

Se evidencia que, biológicamente el cuerpo humano
está preparado para reproducirse desde la adolescencia, la
cual incluso cada vez se ha ido adelantando. No obstante a nivel
social, se va retrasando la intención de tener hijos,
aún dejándolo para etapas o edades posteriores de
la vida, que si bien garantizan el seguir teniendo humanos en la
tierra, van corriendo el riesgo de tenerlos en edades menos
óptimas para la procreación. De esto se desprende
que de una manera u otra, vemos como el mantenernos en este mundo
no va siendo la preocupación central de nuestra
especie.

En la relación entre apego y reproducción,
es donde quiero centrar y complejizar el análisis. Para
esto me remitiré principalmente a la investigación
de Patricia Crittenden[23]una de las especialistas
actuales más influyentes en el tema vincular.

Esta autora, plantea que desde una perspectiva
evolutiva, las dos funciones primarias de la organización
del self
(sí mismo) son la protección del
self y la reproducción. Las figuras de apego parentales
cumplen la función protectora con respecto a los hijos. La
protección y la reproducción se entrelazan de
diferentes maneras. Por ejemplo, los comportamientos que
funcionan para mantener el apego (tocar, acariciar, abrazar) son
también esenciales para la función
sexual/reproductora… De la misma forma, la protección
que fomenta el apego es esencial para la seguridad física
durante el acto sexual y la seguridad psicológica en las
relaciones sexuales.

Aquí, podemos observar la interrelación de
las funciones de apego y de reproducción y como
éstas están íntimamente relacionadas para
producir y mantener la vida.

Además esta investigadora plantea que durante
la pubertad los adolescentes empiezan a integrar las estrategias
emergentes de reproducción en sus relaciones de apego
mediante la selección y regulación de sus
relaciones. Además, se desarrolla una transición
desde una forma de relación de búsqueda de
protección egocéntrica a un intercambio de
perspectivas, de protección y de cuidado en las relaciones
de pareja.

Quizás, aquí nos podemos plantear una de
las respuestas a las interrogantes mencionadas respecto a la
evitación de la procreación, en el sentido que
quizás, y debido a la necesidad de individualidad antes
discutida, el paso de la protección egocéntrica, al
entregarse a otro y poner todos los esfuerzos en cuidar y criar a
un hijo, es lo que se trataría de evitar. Esto puede
obedecer a lo generalizable que se han hecho las amenazas
percibidas, incluso al punto de llegar a desconfiar de nuestras
propias capacidades para enfrentar esta etapa del desarrollo,
entendiéndose por ello una interiorización del
peligro.

Ahora bien, y a pesar que no queremos culpar a la
persona en particular, sino entenderlo como un malestar social,
se hace necesario explicar la responsabilidad de cada uno en las
opciones de vida que tomamos, para luego entender y vislumbrar
por donde iría el cambio, es decir, volver el control
hacia el ser humano.

Crittenden, también señala que una vez
se ha alcanzado el potencial de maduración para el
pensamiento consciente y sofisticado puede empezar, por primera
vez, un curso intencional de cambios del self. El resultado del
desarrollo durante la madurez es que existe una variabilidad del
self conscientemente regulada. El resultado ideal para cada
individuo es tener un amplio repertorio de estrategias y un
proceso accesible conscientemente para seleccionar las
estrategias que mejor se adapten a las circunstancias
actuales.

Es aquí, donde es posible obtener otra importante
respuesta, ya que podemos considerar que el psiquismo de los
seres humanos se ha ido volviendo más sofisticado con el
paso de los años, obteniendo una mayor capacidad de
control voluntario de los actos, incluso llegando a reprimir
funciones adaptativas. Lo que aquí se buscaría es
solo adaptarse mejor a las circunstancias contextuales que
presenta el medio y no referidas a funciones superiores de
supervivencia como especie.

Entonces, podemos inferir que debido a que las
condiciones actuales han provocado un percepción de
peligro generalizado ante el entorno y la preocupación
desmedida por el si mismo, las personas van sintiendo que las
condiciones que les rodean no son favorables para tener hijos e
indirectamente se va transmitiendo una forma de relacionarse con
los otros, que va potenciando esta elección; pasa de ser
voluntaria a instaurarse como patrones inconscientes de
convivencia, es decir, se suprime el contacto y la importancia de
éste como productor de homeostasis interna, para solo
darle importancia a las funciones más relacionadas a la
protección.

El problema en sí, es que sin darnos cuenta
estamos ante el advenimiento de una nueva forma relacional, donde
solo importa la finalidad más inmediata que es la
protección, pero que no deja avanzar al hombre hacia
niveles más altos de desarrollo como sería la
actualización del self desde una perspectiva de
Maslow[24]o Rogers[25]y solo nos
quedamos entrampados en los niveles más básicos de
necesidades.

Así también, al analizar nuestra forma de
vincularnos con los demás y al hacer un paralelo con los
estilos de apego definidos en un principio (ambivalente,
evitativo y seguro), podemos extrapolar los resultados a toda la
vida del ser humano y su forma de relacionarse.

Es así, como vemos que, si bien es cierto, no
podemos asegurar que algún tipo de apego sea el mejor, ya
que su función principal es permitirnos adaptarnos de
mejor forma al medio tal cual este se presenta, por lo que cada
tipo vincular responde a las circunstancias que a cada uno nos ha
tocado vivir, sí podríamos inferir que el apego
seguro sería el más óptimo o el que
deberíamos desarrollar. Sin embargo, y es aquí
donde está el problema, ya que el contexto y las
circunstancias no son siempre tan seguras, ni son posibles de
predecir.

Tenemos por un lado, el Evitativo que confía
más en la razón que en otras capacidades, luego el
Ambivalente que realiza sus decisiones a través de los
afectos y el Seguro que combina ambos.

Desde este análisis y desde mi propia experiencia
personal, me atrevo a decir que los países más
desarrollados o los que están más integrados al
modelo capitalista, van manifestando una forma de vincularse que
se aproxima mucho más a lo evitativo, esto podría
deberse al mismo sistema capitalista que nos hace dudar de
nuestros afectos y sentimientos y solo nos impulsa a confiar en
la lógica y la razón, por lo que se va
transmitiendo esa forma de interactuar a los hijos y estos a sus
descendientes.

Ahora bien, el confiar solo en los afectos nos
haría presa fácil de las amenazas del medio, por lo
que se justifica la elección por lo evitativo por sobre lo
ambivalente.

Sería necesario trabajar hacia el desarrollo de
vínculos seguros, por lo que hay que esforzarse en
enseñarlo a través del día a día a
nuestros hijos, pero también debemos trabajar sobre las
variables sociales que afectan esta seguridad, quizás a
través de volver la preocupación de los estados o
instituciones por el bienestar común y la garantía
de la salud psico-emocional de nuestros hijos y no tan solo de la
física.

De no ser así, se seguirá transmitiendo a
los hijos lo importante de la estimulación y el desarrollo
de las habilidades cognitivas, la idea de progreso y todo lo que
deviene de las ideologías capitalistas, dejando de lado la
importancia del desarrollo y expresión de las emociones,
del contacto, del vínculo, de lo trascendente de las
cosas, de la espiritualidad, de lo comunitario, del
otro.

Podemos asumir entonces, que es aquí donde
actúa el sistema y donde se manifiesta el ataque al
vínculo, que es suprimiendo o dejando de lado la confianza
en los afectos. Es decir, como no podemos confiar en que el otro
nos quiere o acepta nuestro amor, solo lo recibimos y
manifestamos a través de la razón, y por lo tanto,
debe ser interpretado pero no vivenciado, instaurándose
como forma de enfrentar el mundo.

Desde la infancia crecemos en un mundo inseguro, los
contactos afectivos son cada vez más limitados y se nos va
cada vez haciendo más difícil predecir o
interpretar las intenciones de los demás. Este
moldeamiento va creando patrones de respuestas con base en la
individualidad y la razón, por lo que todas nuestras
decisiones, incluyendo las que competen a lo más
evolutivo, pasan a ser medidas o evaluadas de acuerdo a estos
patrones instaurados en nuestras psiques.

Se van produciendo formas más sofisticadas o
elaboradas para dar cause a la emocionalidad y afectividad de
cada uno, tratando de evitar vivenciarlos. Por ejemplo, se va
demostrando el afecto a través de regalos, dinero,
cuidados y satisfacción de necesidades, pero sin ser capaz
de tocarse, compartir o expresar estos afectos.

Al tener cada vez menos contacto con nuestra
afectividad, nos parecen tan impredecibles o incontrolables los
sentimientos, que preferimos evitarlos, reprimirlos o
interpretarlos funcionalmente. No confiamos en lo que nos
comunican los demás respecto a lo que sienten y, a veces,
ni siquiera tenemos la certeza de lo que nosotros mismos
sentimos.

Quizás, esto obedezca a que se ha generado una
forma egoísta de comprender nuestra afectividad. Un
ejemplo muy ilustrativo lo podemos observar en la
"relación de pareja". Éste es presentado como un
amor egoísta, individual. Es común escuchar frases
como "sí me quiere a mí no puede querer a nadie
más, debe ser para siempre, etc.". Es como si
tratáramos de poseer al otro, se refuerza la idea de
exclusividad y generalmente los celos responden a estas
concepciones. Es decir, pareciera que el afecto estaría a
la base de la posesión del otro, de la pertenencia; sin
embargo, ante las crisis o separaciones, sigue existiendo la
preocupación personal e individual, donde las necesidades
de la pareja pasan a un segundo plano y solo predominan las metas
personales. Cabe destacar, que nuevamente, en un sencillo
ejemplo, se manifiesta la relación entre el modelo
capitalista y la forma de vincularse, con la idea de
posesión, beneficio, individualidad y
funcionalidad.

Por otro lado, en nuestros tiempos, se reclama por el
poco tiempo que se pasa con los hijos, pero tampoco se le da
mucha importancia a la calidad del tiempo entregado.

Adoptamos así, una forma funcional de afecto,
retransmitiendo la inseguridad y la poca importancia que le vamos
dando a sentirse y, al hacer sentir a los otros, queridos, por lo
menos a nivel emocional, porque, hay que destacar que la idea de
cariño permanece, pero más bien a nivel
intelectual.

Para destacar aun más el aporte de Patricia
Crittenden a la comprensión de esta problemática,
quiero mencionar que un componente importante de la
perspectiva dinámica madurativa de la organización
del self, es que el self no existe solo; siempre refleja una
conexión con los demás y con el contexto.
Por
lo que aquí nos ofrece sintéticamente la
explicación del problema, pero también la
solución

Si entendemos que el si mismo y el otro están
íntimamente unidos, al igual que con el medio,
también podemos inferir que si nos preocupamos y dedicamos
nuestros esfuerzos en los otros y en el contexto, y en la
armonía de estos, también deberíamos tener
resultados directos en nuestra forma de relacionarnos. Sin
embargo no es una tarea fácil, ya que, antes que todo,
requiere descentrar al hombre de su mismo ombligo.

Otra reflexión final que amerita ser
profundizada, dice relación con el cómo se han ido
atrofiando nuestros sentidos por la falta de uso y
práctica. Si bien es cierto, esto constituye solo una
metáfora, podemos ver que la realidad que percibimos, a
través de nuestros sentidos, es cada vez más
estándar y no hay mucha cabida para la subjetividad.
Apreciamos como existen modelos, patrones o cánones de lo
que deben ser las cosas, de la belleza y lo que escapa a esto
pasa a ser anormal, malo o insano.

Si nos preguntáramos hace cuanto tiempo no
olemos, tocamos, escuchamos, degustamos o no vemos,
dándonos el tiempo para percibir las sutilezas, captar los
matices y las diferencias en las cosas, nos encontramos ante la
sensación de como si no hubiésemos estado presentes
en este mundo, si no más bien
abstraídos.

La falta de tiempo o de contacto con nosotros mismos y
con los demás y la poca validez que para el mundo tiene
nuestra propia subjetividad, hacen que temamos percibir distinto
a los otros, por lo que se hace más fácil evitar la
disonancia entre lo percibido y lo validado por el
sistema.

El problema radica en que, si bien es cierto, caminamos
hacia una "individualidad", que en un sentido estricto
cumpliría la función adaptativa de sentirnos con
más control interno y del medio, esta no es tal, sino
más bien es individualidad alienante, donde la idea de la
independencia es solo una imagen y no se permite la
diferenciación.

Aunque parezca contrapuesto, una de las máximas
del pensamiento individualista puede ser el presentarse como
especial o distinto a los otros, pero esto pasa a ser una
característica común de todos y, por tanto, es el
común denominador que nos va haciendo iguales.

Pareciera ser, que el sistema capitalista, como modelo
actual, también persigue alcanzar una reproducción
en serie de personas, que no sean capaces de percibir las
diferencias y matices del mundo y solo busca que se centren el
alcanzar los modelos que son presentados, ya que esto disminuye
la capacidad de critica y la autonomía, nos hace
dependientes y adictos a modelos de cómo deben ser las
cosas. En suma, también constituye un ataque al
vínculo.

Es así, como el trabajo constante y las formas
actuales de relacionarse, van dejando menos tiempo para el
contacto íntimo con la familia y con el sí mismo.
Si bien es cierto, y como se señaló con
anterioridad, hoy en día existe una preocupación
mayor por estimular más a los bebés, sin embargo,
esto va quedando remitido solo a un nivel netamente intelectual,
es decir, se satisfacen las necesidades básicas de los
niños (alimentación, vestimenta, salud, etc.) y de
estimulación (principalmente a un nivel intelectual), pero
se va dando menos tiempo para el contacto físico, la
demostración de cariño y para el afecto.

Muchas cosas devienen de la interrelación del
modelo capitalista y su expresión en la vida de los seres
humanos. Por ejemplo, al pensar sobre la idea de competitividad,
propuesta por este sistema, podemos inferir que concepto
está a la base implícita de que si gana uno, pierde
el otro, por lo que se va produciendo ver a este "otro" como un
mero competidor o una amenaza. La gran confusión o
incoherencia que se presenta en el concepto de competitividad, al
igual que se observa en otros valores o ideologías
validadas por el capitalismo, radica en que se esperaría
que a medida que se van alcanzando los éxitos y metas
propuestas, debería producirse una mayor sensación
o percepción de seguridad y, por ende, un descenso en la
alerta del peligro producido por el otro y un acercamiento a
éste. Pero no es así, por el contrario, se va
reforzando la percepción de control interno y
fortaleciendo el egocentrismo, lo que a su vez, va deteriorando
el vínculo social.

El deterioro social va llegando a nivel familiar y
personal; ya no es solo un malestar percibido como fuera de
nosotros, sino que atañe al núcleo de nuestra vida
y de nuestras vivencias más íntimas.

La exigencia social de ser "el mejor" y de tener
más, coquetea con nuevos valores e ideales como son la
fama, la riqueza, la belleza y la fuerza. Estos pseudo valores
son tratados de alcanzar incesantemente y, no se debe olvidar,
que están íntimamente relacionados con el
egocentrismo y narcisismo, es decir, por la preocupación
desmedida y sobrevalorada por el sí mismo, a modo de
sentirse más seguro y con más control. No obstante,
se puede señalar que la finalidad última de estas
conductas es solo el ser "aceptado y querido", volviendo al
núcleo central y básico de nuestras
necesidades.

Nuevamente podemos apreciar el cómo se relaciona,
desde un principio, el vínculo, las necesidades
básicas y el modelo económico actual. La
interrelación de éstos, van formando una nueva
estructura relacional, con base en la individualidad, la
inseguridad y la competencia, lo que va atacando directamente al
vínculo como principal entorpecedor para alcanzar las
nuevas metas y valores sociales validados en la actualidad. De
esta manera, se crea en el ser humano una sensación de
perplejidad, ya que no logra captar los mensajes contrapuestos
propuestos por el sistema, como lo son la promoción de la
salud, la felicidad y el bienestar, pero que para alcanzarla, no
le queda más remedio que adaptarse a las circunstancias y
reglas establecidas, lo que generalmente, provocan un efecto
contrario al buscado.

Las características que se extrapolan del modelo
capitalista, nos impulsan a vivir con una perspectiva lineal,
como si lo único importante fuera cooperar con él,
esto es, trabajar, producir y acumular, que es en definitiva a lo
que se reduce la vida y nuestra felicidad en la
actualidad.

Nos sacrificamos constantemente en hacer más
grande el modelo y nos olvidamos de vivir o de la funcionalidad
filogenética de nuestra existencia.

Incluso podemos advertir lo irónico de nuestra
participación como era moderna, contemporánea y/o
tecnológica en este mundo, ya que a pesar de que se poseen
más conocimientos y métodos de desarrollo, nunca
hasta ahora, nuestro medio ambiente y nuestra propia especie
habían estado tan amenazadas. Es como si
estuviésemos ante la presencia de un proceso de
entropía social (termino utilizado para indicar la
doctrina derivada de la física, en particular de las leyes
de termodinámica, según la cual las sociedades
avanzan inevitablemente hacia su ocaso y degeneración, de
la misma manera que se disipa la energía
cósmica[26]ya que de continuar con nuestros
comportamientos de destrucción de la naturaleza y de baja
natalidad nos encaminamos hacia un posible caos de
supervivencia.

Una de las posibilidades de escapar de esta complejidad
que plantea el sistema, está a la base de su mayor
característica distintiva y que se observa en todo
discurso, que es entenderlo como que está "vivo", de lo
cual deviene concebirnos a nosotros mismos como autómatas,
solo como partes o engranajes de un gran sistema mucho más
poderoso. Por el contrario, al darle un nuevo enfoque a esta
concepción, debemos entender que somos nosotros, los seres
humanos, quienes lo creamos, lo constituimos y lo
mantenemos.

Si el sistema está vivo es porque nosotros
aún estamos vivos, por lo que si nos damos el trabajo y
enfocamos nuestros esfuerzos en cambiar, en volver a lo humano,
en darle importancia a las cosas que sí realmente llenan
nuestras vidas, si nos volvemos a enfocar en nuestras verdaderas
necesidades que están frente a nuestros ojos, si vamos
enseñándonos y aprendiendo a reencontrarnos con el
afecto, con los sentimientos, con nuestras subjetividades y
volvemos a estar preparados para ser confiables para los otros, y
por ende, los otros confiables para nosotros, estamos solo a un
paso de moldear nuestro contexto a un mundo mucho más
acogedor, controlable y predecible, por lo tanto, más
vivible y menos sobrevivible.

No puedo terminar este ensayo sin antes mencionar una
idea central en el pensamiento de Samir Amin, y que creo que
está muy relacionada con el sentido de esta
reflexión. Me refiero a la Tesis de la
Desconexión[27]en la cual este autor
señala la necesidad de que los países
subdesarrollados se desconecten del sistema capitalista mundial,
referido principalmente a desconectarse de los valores que
parecen estar naturalmente dados por el capitalismo. En esta idea
se aprecia claramente cómo el abrazar los valores
capitalistas van llevando a adoptar un modelo de vida basado en
la funcionalidad del sistema y en el fomento de la desigualdad y,
que mediante la misma lógica del modelo, no puede ser
superada, sino más bien perpetuada.

El impacto social que el modelo capitalista ha tenido
sobre todas nuestras formas de relacionarnos y vivir en el mundo,
son una causa directa y concreta de esta disfuncionalidad, y en
gran medida, la responsabilidad recae sobre este funcionamiento
social, ya que es necesario entender que si cambia el medio
cambia también la forma de relacionarse, por lo que es
gravitante la influencia que ha tenido el sistema
económico actual en la forma de enfrentar el mundo y en
cómo concebimos nuestra vida en él.

Desde este punto de vista, volvemos a la idea de que las
circunstancias contextuales que llevan al hombre a sentir poco
control sobre el mundo a cambio de una racionalidad que se
entrelaza firmemente con las concepciones e ideas de
tecnología y progreso, van derivándose, como
señala Habermas[28]a la imposibilidad
de la autonomía y de la capacidad de decisión sobre
la propia vida, como un sometimiento a un aparato técnico
que hace más cómoda la vida y eleva la
productividad del trabajo
. Es así, como nos vemos
envueltos en una problemática a la que nosotros mismos
hemos dado origen, pero que para revertirla debemos
también renunciar a la concepción de vida
fácil.

Conclusión

Durante el desarrollo de este ensayo, presenté
una idea, una reflexión personal sobre las
dinámicas actuales de interacción y su efecto
directo en nuestras formas de sentir y de expresar nuestros
afectos.

Desde mi rol como persona, psicólogo y parte
constituyente de la especie humana, pretendí crear una
discusión acerca del tema afectivo y el capitalismo, con
el sentido único de que el lector sea capaz de detenerse
un instante y pensar en que medida se ve reflejado con estas
líneas y/o de que forma siente que la situación
actual de la sociedad, su progreso y desarrollo es causa directa
de la relación sistema-afecto que expongo.

Como señalé en un principio no quiero que
se haga una lectura negativa ni prejuiciosa de las ideas
aquí expuestas, sino que más bien, sean un reflejo
de la reflexión y la capacidad que cualquier persona tiene
para interpretar lo que pasa a su alrededor, reconociendo todos
los sesgos propios de un pensamiento personal y basado en la
experiencia y formación.

Cada tema tratado, intenta estar expuesto de forma tal,
que el lector vaya acercándose a las bases que he tomado
para llegar al desarrollo de la idea ensayística,
especialmente reflejando y responsabilizando a las variables
sociales y personales como creadores de la problemática
aquí planteada.

Al exponer cada apartado, se puede descubrir como en la
actualidad existen muchos problemas emocionales en las personas,
y que, al fin y al cabo, recaen o son justificados por la
presión del medio sobre nuestras psiques, es decir, cada
vez se va haciendo más difícil adaptarse y tener
respuestas para responder a las demandas que nos va imponiendo el
medio. Y en realidad podríamos decir que es así, ya
que el modelo capitalista-totalitario nos va guiando hacia una
alienación sofocante, donde los valores como el
individualismo y la indiferencia social guían nuestras
vidas dejando de lado lo comunitario y la solidaridad, o en
algunos casos, son delimitadas y deben ser entendidas dentro de
los parámetros que impone el mismo modelo, no dando
respuesta a las necesidades emocionales que los seres humanos
tenemos.

Este modelo, que para algunos parece tener vida propia,
lo cual queda expresado en la misma lingüística al
personificarlo, viene aparejado con la idea de que no se puede
cambiar, que nos domina, que está en cada cosa que
hacemos, en nuestra forma de pensar, y por qué no, en
estas líneas.

No sería justo finalizar esta reflexión,
sin dejar de manifiesto o aclarar, que la responsabilidad del
fenómeno aquí descrito no es un capricho social o
no responde a la intencionalidad consciente de la humanidad, sino
que más bien, responde a un funcionamiento adaptativo a
las nuevas exigencias que el mundo y el desarrollo de la sociedad
va planteando.

Ahora bien, sí podemos discutir lo acertado o
correcto de este funcionamiento. Es por ello, que es imperioso
insistir en que todas nuestras interacciones y actividades
deberían estar destinadas a la sobrevivencia de la especie
y a la adaptación debe garantizar esta meta.

Junto con lo anterior, quiero destacar que mi propuesta
ha sido sólo hacer una reflexión sobre lo que
significa y lo que implica directa e indirectamente el no
reproducirse, no encontrar la respuesta definitiva al
fenómeno.

He tratado de analizar y relacionar el tipo de vida
actual que llevamos como sociedad capitalista y los efectos de
ésta en nuestra forma de entender y enfrentar el mundo.
Este malestar actual que está siendo de creciente
preocupación en las políticas públicas de
los países afectados, deja entrever que no es solo un
hecho anecdótico, sino que más bien, estamos frente
un problema global y de dimensiones aún
incalculables.

Si asumimos que el no tener más hijos significa
el no aumentar la especie, también debemos asumir que es
no asegurar su supervivencia.

Los factores descritos en este ensayo, esto es, el
apego, el vínculo, la adaptación y la
evolución, el capitalismo y su discurso social y
tecnológico totalizante, la influencia de este en la
calidad de vida en las personas y las bajas en las tasas de
natalidad que se aprecian en la actualidad, son temas que al ir
abordándolos van entrelazándose y tomando forma de
un concepto de vital importancia para mi reflexión. Este
concepto radica en que las formas actuales de relacionarnos con
los otros y con nosotros mismos constituyen una
"agresión al vínculo" a través de
"la atrofia de los sentidos y la evitación del
contacto ".

Esta agresión al vínculo, como defino la
influencia del sistema capitalista en nuestra manera de
relacionarnos a nivel emocional y afectivo, se manifiesta de
muchas formas y cada persona puede tener experiencias o
asociaciones diferentes para explicar y justificar esta
relación. Para algunos puede ser la inseguridad social
percibida, para otros los problemas económicos, el poco
tiempo libre que se tiene, la desigualdad de oportunidades, las
psicologización de la vida, la mala convivencia que
tenemos con nuestro medio ambiente, entre otras posibles
variables. Pero sí, creo que hay consenso en
señalar que los efectos de estas variables repercuten
directamente en la forma que tenemos de contactarnos y
vincularnos con los otros y de vivir y experienciar nuestra
afectividad.

Por ejemplo, hoy en día nos encontramos con la
paradoja que todo se hace por la familia, es decir, nos pasamos
muchas horas en el trabajo para ganar más dinero y proveer
a la familia. Así mismo, tratamos de criar a nuestro hijos
fuertes y sanos, tanto física como emocionalmente para
enfrentar un mundo amenazador y poco contencioso, pero debemos
plantearnos ¿hasta qué punto esta entrega responde
a la necesidad de los otros o a un sentimiento o malestar
interno?.

La respuesta quizás está en la idea
central de este ensayo, que es comprender cómo la
influencia del modelo capitalista totalitario impacta en nuestras
vidas, en nuestro afectos y en nuestros vínculos, no
dejando cabida a la expresión asertiva de éstos.
Las consecuencias de esta vuelta hacia el individualismo, son
alguna de las causas que no nos están permitiendo seguir
disfrutando de un éxito evolutivo necesario para
garantizar la supervivencia de nuestra especie.

Por último, creo que es momento de hacernos
responsables de las consecuencias que esto acarrea, ya que si
seguimos culpando al sistema, estaremos cayendo en la misma
lógica totalizante que ha estancado nuestro desarrollo,
nuestra vida y nuestro self.

En definitiva, la propuesta y el desafío son
hacer este mundo mucho más acogedor y humano para todos
sus habitantes y volver a reencontrarse con los sentidos que
permitan y garanticen una mejor calidad del vínculo y
apego entre las personas para que, en su conjunto, logren
evolucionar hacia una forma más estable y adaptativa de
interrelaciones y de contacto con el medio, los otros y con el
sí mismo, permitiendo sentirse con mayor control y
capacidad de predicción de los acontecimientos de la vida
y, en especial, de la cotidianeidad y la simpleza de las
cosas.

Para asumir el desafío aquí planteado,
deberíamos comenzar asimilando la responsabilidad que cada
uno de nosotros, como ser humano, tiene en esta
problemática y contribuir desde nuestra propia
individualidad a la vida comunitaria y, lograr así,
cambiar el rumbo erróneo que está tomando la
humanidad.

 

 

Autor:

Iván Figueroa Guiñez

 

[1] Psicoanalista Inglés (1907-1990).
Es un investigador pionero en la teoría del apego, su
influencia es reconocida por todos los investigadores de esta
área.

[2] Biólogo Británico
(1809-1882). Sentó las bases de la Teoría de la
Evolución, al plantear el concepto de evolución
de las especies a través de un lento proceso de
selección natural.

[3]
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S0378-18442002000300006&script=sci_arttext&tlng=es

[4] Stern, D. (1998), La primera
relación madre-hijo. Ediciones Morata S. L. Madrid.

[5] Evolución y desarrollo del Self.
http://www.inteco.cl/articulos/012/texto_esp.htm

[6] Citado en Stern, D. (1998), La primera
relación madre-hijo. Ediciones Morata S. L. Madrid.

[7] Guidano, V. (1999), El modelo cognitivo
postracionalista: hacia una reconceptualización
teórica y crítica. Compilación y notas de
Quiñones A. Editorial Desclée de Brouwer, S. A.
Bilbao.

[8] Feeney, J. y Noller, P. (2001), Apego
adulto. Editorial Desclée de Brouwer, S.A. Bilbao.

[9] Idem.

[10] Astington, J. W. (1998), El
descubrimiento infantil de la mente. Ediciones Morata, S. L.
Madrid.

[11] Amin, S. (1973), Desarrollo desigual,
Nuestro Tiempo, México.

[12] En palabras de Blanco y Díaz
(2005), correspondería al balance global que la persona
hace de sus oportunidades de vida, del curso de los
acontecimientos a los que se enfrenta, y de la experiencia
emocional de esto.

[13]
http://sanedrin.wordpress.com/2008/07/02/ranking-mundial-de-la-felicidad/

[14] Blanco, A., Díaz, D. (2005). El
bienestar social: su concepto y medición. Psicothema

[15] Cuadra, H., Florenzano, R. (2003). El
Bienestar Subjetivo: Hacia una Psicología Positiva.
Revista de Psicología de la Universidad de Chile

[16]
http://www.actionbioscience.org/esp/evolucion/futuyma.html

[17]
http://daniloulloa.blogspot.com/2007/11/baja-tasa-de-natalidad-en-chile.html

[18]
http://contacto.med.puc.cl/destacados/natalidad/natalidad.html

[19]
http://www.hoy-digital.com/raya_digital/articulo.php?id=65

[20]
http://www.clarin.com/diario/2007/01/29/elmundo/i-01815.htm

[21]
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-07-06/chile-incentiva-natalidad-bono-cada-hijo.html

[22]
http://www.unizar.es/centros/eues/html/archivos/temporales/Extra_Ais/Dependencia/Comunicaciones/IannitelliMuscolo.pdf

[23] Crittenden, M. Modelar la arcilla. El
proceso de construcción del self y su relación
con la psicoterapia. Publicación autorizada:
www33.brinkster.com/gipsicoterapia

[24] Abraham Maslow. Psicólogo
humanista estadounidense (1918-1970).

[25] Carl Rogers. Psicólogo humanista
estadounidense (1902-1987). Junto a Maslow se le considera
fundador de la psicología humanista. Desde este enfoque
de la psicología,, existiría una pirámide
de necesidades con el siguiente orden de jerarquía: en
su base encontramos las necesidades fisiológicas y las
de seguridad; después le siguen las necesidades de
afiliación y reconocimiento, y finalmente, en la
cúspide, se encuentra la autorrealización.

[26]
http://www.ambiente-ecologico.com/ediciones/diccionarioEcologico/diccionarioEcologico.php3?letra=E&numero=03&rango=ENFERMEDAD_CARENCIAL_-_ESCALPE

[27] Amir S. (1988). La desconexión,
hacia un sistema mundial policéntrico. IEPALA,
Madrid.

[28] Habermas, J. (1986), Ciencia y
técnica como ideología. Tecnos, Madrid

Partes: 1, 2
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